
En el Corazón del Abismo, Tharizdun transmitía su poder al Fragmento del Mal, que se clavaba cada vez más profundamente en el centro del universo. Los dioses comprendieron la gravedad de la amenaza: si no le detenían, Tharizdun rompería el tejido de la realidad y el universo quedaría expuesto al Reino Exterior, lo cual destruiría la propia existencia. Todos los dioses, buenos y malvados, se unieron contra Tharizdun. Amaunator construyó 333 esferas de luz pura y lideró a los dioses hacia el Corazón del Abismo. La lucha fue cruenta y los dioses comprendieron pronto que Tharizdun les superaba a todos. El Dios Oscuro mataba dioses con tan solo tocarles con uno de sus incontables tentáculos de entropía, y ningún poder cósmico hacía mella en él. Amaunator ordenó que todas las fuerzas se concentrasen en arrancar los 333 ojos de Tharizdun, que fueron introducidos en las esferas de luz construidas por él, creando gemas oscuras y espejadas. Cuando Tharizdun quedó cegado, Kelemvor, dios de la Muerte, atrajo la atención de Tharizdun hacia una prisión dimensional creada por Oghma, dios de la sabiduría. Cuando Tharizdun estaba cerca de la entrada, Tempus, dios de la Guerra, empujó al Dios Oscuro dentro. Ciego y aturdido, Tharizdun quedó encerrado en la prisión dimensional. Incapaz de encontrar la salida, sin sentidos que le guiasen, pronto se quedó dormido.
Cada mil años, la magia de Oghma debe regenerarse, lo cual causa un breve periodo de debilidad en las ataduras de la prisión. Durante este tiempo, Tharizdun despierta parcialmente y puede transmitir un fragmento de su poder al otro lado de la prisión. Durante miles de años ha luchado incesantemente para encontrar sus 333 ojos, mal llamados Gemas de Tharizdun, para poder despertar completamente y liberarse de su encierro.
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